Messi volvió a ser suplente. Paco Alcácer y Mathieu en propia puerta, autores de los goles. Valverde probó a Busquets de central.
06 diciembre 2017 |
La gran novedad de la alineación fue, de nuevo, la ausencia de Messi, que al igual que pasó en la última jornada europea en Turín, jugó sólo la última media hora de partido. Como pasó en Turín, esa media hora, fue la mejor.
Con menos repercusión, pero con una trascendencia de calado, no puede pasar desapercibida la suplencia de Deulofeu, que no jugó ni un minuto. Cuidado que a los casos de Arda y Mascherano de cara al mercado de invierno se una el expediente del extremo catalán en la bandeja de posibles salidas.
Visto desde el punto de vista de Valverde, el partido resultó ideal para ir probando jugadores. Vermaelen demostró que puede jugar tres partidos seguidos y va ganando en confianza y en minutos sin acusar la inactividad. Jugó los 90 y acabó formando pareja con Busquets, que regresó tres años después al eje de la zaga mientras que Rakitic era el mediocentro del equipo de inicio a final con una buena lectura de juego acompañado por un Denis Suárez más activo que un André Gomes simplemente correcto que volvía tras su lesión.
En ataque destacó la mejora de Suárez en la dinámica del juego, pero no se vio acompañada por una mejor producción del remate. Los metros finales, especialmente cuando no está Messi, es donde más se extraña el Barça.
Tras un par de ocasiones de Suárez, un tiro lejano de André y algunas aproximaciones de Denis o Aleix, fue Paco Alcácer quien en un perfecto remate de cabeza a la salida de un córner enterró las opciones de los portugueses, que únicamente en la segunda parte cuando salió Baas Dost dieron alguna sensación de peligro, pero Cillessen, otro que cuando sale no provoca ni una queja, rechazó en un paradón que también fue un prodigio de profesionalidad antes de que en el descuento Mathieu celebrara su regreso al Camp Nou con un gol en propia puerta.