Migrantes a las puertas del Darién temen deportaciones de Panamá

"Panamá nos está cerrando las puertas", lamenta un migrante antes de cruzar la peligrosa selva del Darién en su camino hacia Estados Unidos. Como él, decenas temen ser deportados tras el endurecimiento de los controles en ese país o quedarse estancados en el lado colombiano de la frontera.

11 septiembre 2023 |

Agotados, algunos enfermos, decenas de migrantes represados en un puerto del norte de Colombia se enteraron el viernes de la nueva determinación del gobierno panameño: deportar a los extranjeros que ingresen de forma irregular por la selva del Darién
Es difícil para muchos porque al cerrarnos las puertas nos seguimos quedando aquí estancados (...) sufriendo"
— Eduardo José Vargas. - Migrante venezolano

Desde hace un mes malvive con su esposa y dos hijas en Necoclí, un municipio en la costa del Caribe, mientras aguarda su turno para cruzar la frontera natural de 266 kilómetros de largo y 575.000 hectáreas de superficie que separan Colombia y Panamá.

Montañas de valijas, camas improvisadas, fogones sobre piedras. La población es un campamento a cielo abierto, a temperaturas que rondan los 30°C.

"Aquí me ha tocado duro (...) ya me robaron el teléfono y la plata que yo tenía, los 500 dólares para irme. Y la otra es la lluvia, que llueve casi todas las noches y uno se moja", añade Vargas, visiblemente cansado.

Según datos oficiales de Panamá, en lo que va de año más de 352.000 personas han cruzado el Tapón del Darién. La gran mayoría son venezolanos, pero también llegan de Haití, Ecuador y Colombia. Además, hay asiáticos, con un número creciente de chinos, y africanos, sobre todo de Camerún.

"Pasar por donde sea"
Los botes que antaño fueron atracciones turísticas en Necoclí se han convertido en el principal medio de transporte para cientos de personas que a diario navegan por el Caribe los 60 kilómetros que hay hasta Acandí, en el departamento del Chocó, la última parada antes de adentrarse en el Darién. Llevan chalecos salvavidas, mochilas, carpas y bidones de agua.

Luis Manuel Martínez, un abogado venezolano de 49 años, llegó hace cuatro días a Necoclí junto a siete familiares.

Le pide al gobierno panameño "que piense en la situación económica, política y social que tiene Venezuela", de donde según la ONU han huido unos 7,2 millones de ciudadanos empujados desde hace siete años por una severa crisis económica.

"No tenemos nada que pueda solventarse en ese país", añadió.

La travesía clandestina por el Darién suele durar cinco o seis días a merced de todo tipo de amenazas: serpientes, mamíferos depredadores, pantanos y narcotraficantes que usan estas rutas para llevar cocaína a Centroamérica.

César Polo, un colombiano de 32 años, aguarda un cupo para atravesar este corredor frecuente para los migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar a Estados Unidos a través de América Central y México.

"La idea es pasar, por donde sea, pero hay que pasar", sostiene.

Y aunque conoce muy bien los riesgos, cree que "los peores obstáculos son los que traen las mejores sorpresas".

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