Emberá-Wounaan

Panamá cuenta con ocho personas longevas tienen 110 años o más

El contralor Gerardo Solís recalcó su satisfacción por la labor que realizó el equipo de empadronadores

25 abril 2023 |

Según los datos preliminares del Censo de Población y Vivienda década 2020 en Panamá viven ocho personas que superan los 110 años de edad.

Miguel Saldaña, residente en Bocas del Drago, Bocas del Toro y Leoncio Santos, del Kikari, de la comarca Ngöbe Bublé, registran 110 años de edad; mientras que Dolores Vásquez Martínez, oriunda en Natá de los Caballeros, en Coclé, cuenta con 111.

Teófilo Quintana fue localizado en Yaviza, Darién, y tiene 113 años. Rosa Jiménez, del corregimiento de Ancón, Panamá, nació el 14 de abril de 1907 y acaba de celebrar sus 115 años, mientras que José Jiménez, de Santiago de Veraguas, cuenta con 116 y es la tercera persona más longeva de Panamá.

“J.J”, como es conocido, vive en el Hogar San Juan de Dios de Santiago, donde ha permanecido los últimos 13 años, luego de que fuera abandonado en el Hospital Dr. Ezequiel Abadía, de Soná.

“El próximo 5 de junio es una fecha muy esperada”, así lo señaló Agapita Chávez, encargada del asilo. Ese día Jiménez cumplirá 117 años. “Cada día representa un logro, una experiencia, es una bendición atender a una persona tan especial en el Hogar San Juan de Dios”, puntualizó Chávez.

El fin de semana pasado celebró sus 117 años la señora Leonidas Pinto de León, residente en Nueva Providencia de Colón, y se convirtió en la segunda persona con más años en el país. La señora Leonidas nació un 22 de abril de 1906, en el distrito de Chepo, y llegó a Colón, después que su sobrino falleciera y su sobrina decidiera llevarla a vivir con ella.

Finalmente la persona con más años en Panamá se encuentra en la comunidad de Lajas Blancas, Cémaco, en la comarca Emberá Wounnan. Su nombre Mercedes Chami, nacida el 13 de marzo de 1899 y quien alcanzó este año los 124 años de edad.

La Contraloría ha identificado a las personas más longevas por provincia y comarca con los datos de los Censos Nacionales

13 personas se encuentran por arriba de los 105 años de edad.

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Presentación

EMBERÁ-WOUNAAN

Emberá-Wounaan es una comarca indígena de Panamá. Fue creada en 1983 a partir de dos enclaves ubicados en la provincia de Darién, específicamente de los distritos de Chepigana y Pinogana. Su capital es Unión Chocó. Su extensión abarca 4383,5 km² y posee una población de 9.544 habitantes (2010),1​ la mayoría de estos pertenecen a las etnias emberá y wounaan, distribuidas en 40 comunidades.

Durante la época colonial a estos aborígenes tanto a la etnia emberá y a la etnia wounaan se les conocía con otros nombres, tales como: citares, zirambiraes, citabiraes, chocoes y otros. Entraron al istmo alrededor del siglo XVIII procedentes de la región del Chocó en Colombia. Los últimos estudios indican que antes de la llegada de Colón ocupaban probablemente tierras del Brasil.

La Comarca Emberá-Wounaan abarca quinientas hectáreas y está dividida en cuarenta y dos comunidades con un total aproximado de nueve mil indígenas.

Este grupo indígena se divide en los wounaan y los emberás. Los primeros habitan las áreas del Darién, diseminados en las orillas de los río Membrillo, Tupiza, Tuira, Río Sabalo y Jingurundó, habitan en la tierra colectiva fuera de la comarca en: Puerto Lara, Balsas, Jaqué, Sambú y Río Bagre. Los emberás habitan en las orillas de los ríos Chucunaque, Tuira, Tupiza y Río Chico y también habitan en la provincia de Panamá: Chagres, Mocambo Abajo, San Antonio, Gamboa y Gatún.

Los hombres utilizan un taparabo que llaman guayuco (cubierta) y una faldota artesanal fabricada originalmente con chaquiras plásticas (usada en ocasiones especiales) llamada amburäco, pero cuando van a los pueblos visten camisa y pantalón, aunque actualmente los hombres visten con camisetas y pantalones modernos. Las mujeres utilizan telas paruma y envuelven a manera de falda sus caderas hasta las rodillas y collares alrededor del cuello tejidas por sí misma llamadas shakiras, y sus cuerpos pintados de jagua (pintura natural producida por una planta).

El pueblo emberá–wounan utiliza en todos los momentos de ceremonia el agua y al llegar el momento, imita el canto del agua. Sus canciones comienzan en los arroyos más pequeños, se transforma en caudalosos ríos, desemboca en océanos majestuosos y en nubes de trueno y cae sobre la tierra para comenzar de nuevo. Cuando se amenaza el agua, se amenaza a todos los seres vivientes. Hay un tabú sobre dos fogones en una misma casa. Se señaló que la existencia de dos fogones corresponde a los criterios de tabú en vinculación con la enfermedad, la preñez y la menstruación. De acuerdo a ello, el fogón utilizado en la circunstancia mencionada, se denomina “nío-gua-boin” mientras que el de uso común se llama níogua-kóin.

Se practica el baile guarä, ka, kisemie, cadanie y otros. La pintura facial es de uso común en ocasiones rituales, usándose para ello una cera obtenida del insecto llavera y jugo de corteza de bejuco que se cría especialmente en árboles cerca de la casa, tales como el jobo. Otra festividad de gran estima entre los emberá y también en wounan es la llegada de una joven a la pubertad. La misma es aislada dentro de la casa, sin que nadie pueda hablarle, escucharle o tocarle. Sólo puede ingerir alimentos preparados con plátanos y bananos. Una vez finalizado el período de aislamiento, sus padres ofrecen una fiesta, donde abunda la comida y las bebidas fermentadas. En la misma, se le designa oficialmente con un nombre y se le declara apta para el matrimonio.

También existió una festividad relacionada con la pubertad masculina, llamada "krote", la cual ha sido casi abandonada. La misma consistía en la formación de un grupo con aquellos muchachos que les llegaba el cambio de voz. Los mismos eran conducidos fuera del caserío, preferiblemente la selva, donde permanecían incomunicados. Uno de los muchachos del grupo era elegido jefe u Ougún, el cual instruía al resto en cuanto a las tradiciones, caza, ejercicios de guerra y competencias de agilidad. Posteriormente eran sometidos a exámenes y los que aprobaban, se les confería un nombre para toda la vida.

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